Eliminar los domingos por la tarde
Alguien debiera de eliminar los domingos por la tarde
Es lo que Jacinto me dice cuando me habla de lo mal que se lo está pasando.
Desde hace meses, realmente desde hace dos años, tienes una terrible
sensación de malestar cuando se acerca la hora del domingo por la tarde.
Empieza la inquietud en forma ligera por la mañana.
Para mantenerla a raya, se aplica haciendo distintas actividades.
Sale a desayunar con su pareja y compra el periódico que hojea
tranquilamente.
O sale a pasear y si hace buen tiempo va al rastro.
Eso cuando las cosas van medianamente bien.
Porque cuando sube la marea, y se apodera de él la sensación de tensión y el
nerviosismo se hace presente, Jacinto repasa una enorme lista de cosas
pendiente que tiene que hacer.
Solo con ver la lista se asusta. Su angustia le lleva a empezar de forma
frenética a hacer, lo que sea.
Elige cualquier cosa, independientemente que sea urgente o irrelevante.
El principal objetivo es alejar su angustia manteniéndose entretenido,
calmar esas ganas de todo y de nada que le embargan.
Después de comer el malestar se agudiza.
Se presenta bajo de forma de culpa por no haber aprovechado el tiempo, y el
pensamiento recurrente que mañana ya es lunes y no ha hecho nada de
valor y que es terrible, que esto sea así le martillea sin descanso.
Y esos es así cada domingo.
Alguien debiera de eliminar los domingos por la tarde
De nada sirve que le pidas a Jacinto que liste las actividades que ha hecho.
Por larga que sea la lista -y siempre lo es- la sensación de no haber hecho
nada es la que predomina y le angustia.
Se queja a su pareja, y ella se queja de él. De su falta de objetividad, de sus
constantes quejas, de que no la deja descansar ni un momento.
Sobre la ansiedad se instala el enfado y las ganas de termine el jodidx
domingo y volver a la normalidad de los lunes.
Si pudiera rallar del calendario el domingo por la tarde no lo dudaría.
Estoy segura de que no serviría de nada.
La ansiedad volvería a aparecer bajo la forma del sábado tarde.
Está claro que cuando no está estructurado por una rutina, la ansiedad se
apodera de Jacinto. La comezón de la angustia le lleva a moverse, a hacer
poco importa lo importante es hacer. Correr delante de la ansiedad para que
esta no le atrapa.
Termina insatisfecho y frustrado por el empleo de su tiempo libre.
Se encierra en la rumia del porqué me pasa esto a mí.
Esta convencido de que si encontrara la causa ya todo se arreglaría por sí
solo.
De nada sirve discutir con la angustia de Jacinto. Tiene respuesta para todo.
En estos casos la propuesta es otra. Una radicalmente diferente a lo que hace
habitualmente.
Si tu también te pasas el día haciendo porque la inactividad te puede tal vez
te interese experimentar otra forma de relacionarte con la ansiedad. Es lo
que te voy a proponer ¿Quieres probar?
Amor González Sánchez